sábado, 31 de outubro de 2009

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Déjame esta voz que tengo,
Lo mismo que a la pampa le dejan
Sus matorrales de deseo,
Sus ríos secos colgando de las piedras.

Déjame vivir como acero mohoso
Sin puñas, tirando en las nubes;
No quiero saber de la gloria envidiosa
Con rabo y cuernos de ceniza.

Un anillo tuve de luna
Tendida en la noche a comienzos de otoño;
Lo di a un mendigo tan joven
Que sus ojos parecían dos lagos.

Me ahogué en fin, amigos;
Ahora duermo donde nunca despierto.
No saber más de mí mismo es algo triste;
Dame la guitarra para guardar las lágrimas.


Luis Cernuda

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